Cerebrotónico, palabra con la que se definía a sí mismo el intelectual Marco Aurelio Denegri. Él se consideraba una persona con una gran capacidad para el trabajo intelectual, alguien que disfrutaba de la soledad y que veía en la introspección una excelente oportunidad para la creación. Denegri amaba la lectura, la escritura y la investigación por sobre todas las cosas. Cerebrotónico también es Isaac Asimov, sin dudas y con el sustento de las propias palabras del escritor norteamericano (nacido en la Unión Soviética), Asimov escribió que:
“Creo en la evidencia. Creo en la observación, medición y razonamiento, confirmado por observadores independientes. Creeré cualquier cosa, no importa cuán salvaje y ridícula sea, si hay evidencia de ella. Sin embargo, cuanto más salvaje y más ridícula sea, más firme y sólida será la evidencia”.
Tanto Denegri como Asimov fueron autodidactas, creían que la mejor educación es ésta, la de un solitario buscando sus propios conocimientos en las bibliotecas públicas o privadas; es cierto que muchas veces los autodidactas sobresalen por encima de aquellos que forman parte de los sistemas tradicionales de educación y adoctrinación: “Estoy convencido de que la autoeducación es el único tipo de educación que existe”.
Asimov formó parte de la edad de oro de la ciencia ficción a finales de 1930 y principios de 1950, Aquí entra en escena John W. Campbell y la Astounding Science Fiction. Un joven Asimov se presentó con el editor de esta importante revista y así comenzó la historia de uno de los más grandes escritores del mundo, y no sólo de ciencia ficción, también de obras de no ficción (historia, divulgación de la ciencia, crítica literaria, misterio, religión, humor, etcétera de la grafofilia). Escribió cerca de 500 libros, por eso expresó lo siguiente: “Escribo por la misma razón por la que respiro, porque si no lo hiciera, moriría”.
En la ciencia ficción, tanto los cuentos, como la serie de robots y el imperio galáctico que forma parte de la monumental Fundación, encontramos textos que se centran en la defensa de la razón y la lucha contra la ignorancia y sus adoradores, además de que nos miramos a nosotros mismos en un luminoso reflejo, el autor intenta darnos algunas vías de salvación a través de sus personajes que en realidad son ideas. Padre de la robótica, escribió las leyes (la famosa tríada) que siguen vigentes hasta el día de hoy en la actual literatura de ciencia ficción. Asimov no sólo buscaba divertir o crear por crear, su preocupación era la de un filósofo:
“En la ficción seria, donde el escritor siente que está logrando algo, aparte de entretener a la gente, lo que está haciendo es sostener un espejo frente a la especie humana”.
En aquella edad de oro había una regla que les impuso John W. Cambell a los colaboradores de la Astounding Science Fiction y de los libros que derivaron de aquí, a saber: que hubiera auténtica ciencia y auténtica literatura en los textos que entregaran sus autores. Esto derivó en algo muy interesante, pues básicamente se trababa de contestar a la pregunta ¿qué pasaría si...?, siempre basados en evidencia científica, lo que anticipó varias situaciones, inventos y catástrofes muchos años antes de que sucedieran en el “mundo real”.
Puede haber muchos adelantos tecnológicos en el futuro cercano o lejano, pero los seres humanos (en caso de que sigan existiendo) serán los mismos, con sus pasiones, defectos, limitaciones, sueños y errores, a diferencia de los avances científicos, que se supone superan las fallas y se mejoran constantemente, son perfectibles. Este dilema se encuentra claramente en el cuento “Razón”. También vemos en Fundación situaciones paradigmáticas, como cuando en una de las novelas de esta saga hay un asesinato de un personaje que vive en un mundo aislado y totalmente protegido, nadie puede tener acceso a él sin que éste lo permita, y quien lo mata es una persona de su total confianza. Con este ejemplo nos damos cuenta de que la maldad humana trasciende planetas, años luz e investigaciones de última generación.
Sobre la literatura de anticipación, J. G. Ballard y Asimov desarrollaron, cada uno a su manera y con diferentes estilos, una literatura de lo que podría pasar con las sociedades humanas si se continuaba por el mismo camino que hasta ese momento se transitaba. Ballard es menos esperanzador que Asimov, pero Asimov tiene una ventaja, por decirlo de alguna manera, su profundo conocimiento del pasado humano y su constante advertencia de lo que viene:
“Las historias individuales de ciencia ficción pueden parecer tan triviales como siempre para los críticos y filósofos más ciegos de la actualidad, pero el núcleo de la ciencia ficción, su esencia, se ha vuelto crucial para nuestra salvación, si queremos ser salvados”.
Asimov llevó sus conocimientos sobre la historia universal a la ciencia ficción. ¿Qué pasaría si los seres humanos habitaran otros planetas, pero al mismo tiempo siguen con la obsesión de conquistar y someter a los otros? Bueno, así surge el imperio galáctico, básicamente los romanos (y otras culturas) llevados al espacio y más allá. En el tema de los robots pasa algo similar, pues al final el hombre crea a la máquina partiendo del modelo que es él mismo, pero potenciando sus capacidades y disminuyendo sus debilidades. Resultado: los robots llevarán al límite y superan todo lo que sus creadores hicieron, de la guerra al amor, ida y vuelta, pero con un dejo de lo humano que aterroriza unas veces y sensibiliza otras.
Hay quienes quieren dar guías para leer la obra de Asimov, hablan del primer Asimov, el segundo Asimov, el joven Asimov, y así hasta la locura y la especialización. Yo digo que hay que leerlo como se pueda, pero leerlo. Tal vez comenzar por los cuentos, o alguna de las novelas; no está de más echarle un vistazo a la obra de divulgación o a la historia, la crítica de la religión, la autobiografía... Asimov es una biblioteca y en el pórtico de este enorme edificio está escrito: “Tengo la sensación de que la principal atracción turística en la Luna será su cielo, mucho más magnífico que el nuestro…”. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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(Texto leído el 28 de enero en el Festival de Ciencia Ficción que organizó Anticitera café, librería & focaccias)
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