1. Algo falla con la realidad. Algo siempre queda estropeado. O tu cuerpo se empieza a descomponer, o se va la luz, o se tapa el caño o llueve, o te golpeas o te matan. Uno se ensucia, uno secreta cosas que ni sabe ni le interesa aprender a nombrar, uno se cansa, uno llora. Algo pasa con la realidad. Es tan accidentada como la naturaleza. Es viscosa, se pega al cuerpo. Se siente. Se deteriora. Se muere.
Si no la clasificamos con cuidado, se alimenta de nosotros, nos come, nos confunde, nos envuelve. Necesitamos nuevas categorías, nuevas explicaciones, nuevas soluciones. Necesitamos nuevas creencias. Nuevos planteamientos.
Quizás la solución no es metafísica. Quizás la solución no es racionalista. Quizás la solución es técnica. Quizás si utilizamos la capacidad para reducir la realidad a ideas, quizás si la exprimimos hasta convertirla en unos y ceros, quizás entonces podemos rehacerla tal cual debe, tal cual puede.
2. La realidad virtual es una construcción de nuestra civilización. Llega muy anunciada, pero por otra puerta. Su financiamiento lo explicó Guy Debord al hablar de la “sociedad del espectáculo”, mientras que su problemática moral la explican los “simulacra” de Baudrillard, antropológicamente se explica como el “no lugar” de Auge, su conducta es realidad explicada por el “rizoma” de Deleuze y Guattari, y su capacidad melodramática es explorada por William Gibson en su “ciberespacio”.
El concepto de instalación predecía su entrada en los museos . Platón hablaba de la caverna de las ideas. La hipótesis de Copenhague para explicar la física cuántica dejó a la realidad sin un piso sólido. “Todo lo que es sólido se derrite en el aire”, escribía Marx. Benjamin lloraba la pérdida del aura. Pero para bien o para mal, la realidad virtual es idealista. A la naturaleza la defienden los ecologistas. Hoy en día, los únicos defensores de la realidad son los pesimistas. Si la teoría crítica tiene razón, alguien debería cuidarnos. Somos una especie en extinción.
3. La realidad virtual es la concreción de una idea, una metáfora que a fuerza de programación se ha convertido en real. Es el mundo real reencarnando en la ficción, y ya no la ficción como un fantasma que representa la realidad. Pero el proceso es viejo, tan viejo como el hombre. “La primer realidad virtual son las pinturas rupestres”, dice William Gibson. Y en ese sentido, en el sentido humano del lenguaje, de la posibilidad de establecer diferencias en un universo caótico, aunque estas diferencias no sean reales, toda cultura es virtual, es artificial, inventada por meros mortales, “una alucinación consensual” (Gibson describe así el ciber-espacio, Anton Wilson la realidad).
La vida urbana, la política e incluso los laberintos mediante los cuales respondemos como individuos ante el mundo, son ficticios. No existen, no son reales. Quizás la realidad virtual es simplemente la capacidad humana para darse cuenta y asumir las ficciones que conforman nuestra historia como raza, como culturas y como individuos. La realidad virtual es un modelo, una extensión, de nuestra subjetividad. Hace evidentes nuestras mentiras.
4. En una economía donde la información se ha convertido en capital, la realidad virtual tiene como característica principal su intangibilidad. Es un nuevo espacio, un espacio sin localización geográfica, es el lugar en el que estamos cuando hablamos por teléfono, un nuevo reino. Hoy en día se habla de “realidad aumentada”: la realidad “tradicional” incrementada gracias a los celulares, la televisión, la computadora. Sin embargo, lo virtual “se realiza, se encarna —no violentamente— sino en su forma más sutil, fluida y tenue”, asegura Steven Shaviro.
Vamos al centro comercial a comprar cosas con dinero que no tenemos. Votamos por rostros que aparecen en la televisión, reconocemos más logotipos que tipos de árboles. Nos movemos entre marcas, sumergidos en un mundo de signos donde todo es hiper. Familia, moda, placer, identidad, la bolsa de valores, la nacionalidad, el odio: todo está amplificado a tal punto que, casi como un cáncer, se encarna en el mundo natural. Lo abstracto se ha vuelto concreto, lo hemos materializado; la diferencia entre producción e ideología se ha colapsado.
5. La metáfora básica de la realidad virtual es espacial. Es un espacio que, por definición, no tiene lugar. La creación de un “espacio virtual” requiere de una conceptualización diferente pues sus restricciones no son las de la física newtoniana. Marcus Novak propone el término “arquitectura líquida” para explicarlo, una arquitectura que “respira, pulsa, salta en una forma para aterrizar como otra… donde el cuarto siguiente está siempre donde y como lo necesito”. Así, el ciber-espacio se convierte en “el hábitat de (y para) la imaginación”. Por primera vez en la historia, dice Novak: “el arquitecto debe diseñar no el objeto, sino los principios por los cuales el objeto será generado y variará en el tiempo”. La realidad virtual es un paso en el proceso de materializar la imaginación, para así permitir su programación.
6. Estamos ante una nueva urbanización, un nuevo ordenamiento de la realidad, en el cual el espacio y el tiempo sufren metamorfosis extrañas. Un nuevo espacio implica nuevas reglas para habitarlo. Paul Virilio sostiene que se está urbanizando el tiempo real, el TeleGuía y Google son el equivalente “virtual” de la Guía Roji. Lo que yo puedo o no puedo hacer en este nuevo espacio, la manera en que negocio mi estancia en él, transformará irrevocablemente mi relación conmigo y con los otros. La realidad virtual es un nuevo espacio en el que podemos “ser”.
7. Quizás esto explica el deterioro de la vida urbana que estamos viviendo en nuestros tiempos. Quizás estamos mudando de residencia. Cada día, las personas se la pasan “conectadas” más tiempo, a la televisión, al radio, a la computadora, al celular, al gameboy o al periódico. Mientras más “conectados” estemos, menos espacio necesitamos, al mismo tiempo que la realidad, ese sentimentalismo de una cultura anterior, nos parece más hostil.
En los museos, las instalaciones de realidad virtual son aparatosas, y presuponen un cuerpo que camina y anda. Pero el mecanismo de la realidad virtual está regido por las leyes del mercado, y por lo tanto, de la estandarización. Mientras más pequeño, mientras más portátil, mayor su efecto. Mientras la realidad virtual se hace cada vez más compleja, retadora e interesante, mientras la libertad virtual sea mayor, más pequeños se harán los cuartos en los que vivimos, y más hostiles las calles en las que caminamos.
8. Si la vista es el sentido privilegiado por occidente, es a los ojos a los que debe atacar la realidad virtual. En 1966, Ivan Sutherland construye una interfase visual, un casco, en el que se puede simular un ambiente en tercera dimensión generado por una computadora.
La capacidad de hacer fluido el espacio nos lleva a una ecología y estética de la desaparición, donde lo importante no es la permanencia del objeto, sino la manera en que las cosas y las imágenes se van y desparecen sin dejar rastro alguno. El mayor accidente en un lugar así es que se vaya la luz. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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