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Desde hace unos meses vivimos en la Héroes de Guerrero, en la primera etapa, en el primer edificio, en el cuarto piso. Un edificio artístico signado por un mural de tlacoloreros. La unidad se caracteriza por ser pet friendly y está repleta de gatos, al abrir la puerta de entrada el olor a meados de se hace presente. Los vecinos, cargados de corazones amigables, dejan comida en la entrada para que los felinos coman cuando les apetezca. Los gatos se saben bienvenidos y entran y salen por doquier.
Los más son amantes de las mascotas y aunque los departamentos son pequeños y no hay agua corriente, en cinco de los diez departamentos tienen gatos y perros. Los vecinos de los alrededores, conscientes de las necesidades de sus mascotas los sueltan a hacer lo suyo y como aquí la raza es pet friendly los animales usan las áreas verdes de cagadero. Esto es de gran utilidad: tenemos que estar atentos a las mierdas para no llevar el hedor bajo las suelas, es un ejercicio de atención y eso es bueno para combatir el Alzhaimer, nuestro edificio, por tanto, lleva una práctica de cuidados que nos mantiene avispados. Es un edificio que nos enseña la importancia del autocuidado.
Hace unas semanas, durante la faena de lavar ropa, la maguera de la lavadora se desprendió y el departamento se inundó. Nos pusimos a secar con trapos y trapeadores y en eso estábamos cuando llamaron a la puerta, era la vecina, las paredes de su cocina estaban escurriendo agua, las cosas de su alacena se mojaron. Una foto en el celular confirmó lo dicho. Seguimos trapeando, este edificio está interconectado, meses antes les pasó lo mismo a los de arriba y el techo de nuestro cuarto de servicio empezó a trasminar. Los males de uno se comparten con los otros, este, es un edificio empático.
El departamento, amén de su tamaño, es casi infinito, es una biblioteca y a lado de la biblioteca está una bodega estibada en huacales, luego un ropero y frente al ropero está mi estudio. Mientras escribo puedo ver la parte trasera de la pantalla, que dentro de su metro cuadrado hace las veces de cuarto de juegos, debajo de la televisión están los zapatos y un metro después el cuarto de herramientas montado en tres cajas de plástico. Más allá encontramos la sala-comedor-salón de usos múltiples y al final el refrigerador. Antes de llegar a la cocina hay un corredor de medio metro, cabe mencionar que la cocina es también un cuarto de lavado y que el cuarto de lavado es también el cuarto de servicio.
Este es un departamento socialmente activo y ofrece trabajo cada cierto tiempo, desagües, ventanas, todo está mal y así permanece. Hace poco la casera mandó a un ventanero a arreglar las imperfecciones de todas y cada una de las ventanas, el tipo, un hombre sumamente capaz, llegó sin herramienta, sin silicón, sin yeso ni cemento, armado con un desarmador plano y toda la actitud. Revisó las ventanas, ensució puertas y paredes y dejó todo tal cuál estaba. Como el aire se filtraba por todos lados y como este es un edificio interactivo tuvimos a tapar las ranuras con cartón.
Cada quince días el departamento muta y todo su ser, desde el pasillo hasta la cocina, pasando por el corredor, la bodega, los espacios de juegos y el de herramientas, el cuarto de servicio es decir de lavado es decir el lavadero es decir la tarja y la cocina, es decir todo menos los cuartos, se llena de mecates y se convierte en una hermosa y muy tercermundista área de secado. El departamento se torna un departamento con obstáculos y uno fortalece espalda, abdomen y piernas sorteando calzones, mangas y perneras. Es un departamento fitness.
Y es también un espacio no libre de humo, pues los vecinos, fuman y sus puertas aeróbicas, permiten que el humo salga e invada otros espacios. Los vecinos encuentran que las ventanas sirven de basurero y tiran las colillas esperando que los metros que los separan de la tierra sean suficientes para que las colillas desaparezcan, pero para el realismo mágico no nos alcanza, las colillas hacen las veces de un mural que va de filtros con capsula y el piso se pinta de colores que avivan la mirada, esto también se ve en las escaleras.
Y es un edificio acústico, el aire hace lo suyo y las voces entran libres para recordarnos que vivimos en sociedad, y que la sociedad es plural. Tenemos entonces una vecina que dice ser la mamá de Pucho, un pitbull que exige paseos a todas horas y que hace que la mamá pierda la cabeza y se desgañite en regaños o mimos según su ánimo. Mamá e hijo se ponen a pelear durante sus paseos y los regaños y mimos son la constante. Pucho, bájate, no hagas eso. No vas sólo, Pucho. Eres una mala persona, Pucho. Te estoy hablando a ti, Pucho, no hagas como que no me oyes, Pucho. Te voy a agarrar a patadas cabrón, te voy a meter tus madrazos si te pones pendejo. Eres un amor, mi amor, pero mira qué bonito. El humor y los gritos de la mamá de Pucho son la gracia de mi hijo. Este es un edificio que rompe con la idea de las asquerosas y cada vez más criticables familias tradicionales. Este es un edificio buenaondita.
Y es también un edificio ecologista, pues el agua de los trastes, de las manos, de la lavadora, el agua toda se debe reciclar y usar para el excusado, es todo un reto que las paredes de porcelana se mantengan limpias. La lógica de los ingenieros, arquitectos o estibadores que montaron los edificios no les dio para pensar que había que tener cisternas y por eso las áreas verdes están hacinadas de tambos Rotoplas que una vez al mes, cuando echan el agua, desparraman sus fugas y todo se llena de charcos y si las condiciones son las adecuadas: surgen arco iris.
Ya dije que es pet friendly pero me faltó decir que es también el lugar perfecto para beber, los borrachos lo saben e hicieron suyo el guayabito que hace de umbral y donde cada sábado beben y ponen música, vomitan, cogen, se madrean. Es un edificio polifacético.
La Zona Habitacional Héroes de Guerreros es un espacio erótico y multifuncional. Y ahí, entre los tanques de Rotoplas, los amorosos hacen lo suyo, consientes como son, dejan los condones tirados para mostrar a los estudiantes de la secundaria Galo Soberón y Parra la importancia de usar preservativos. Es un edifico educativo.
Y así, entre mierda de perro, orines de gato, fugas de agua, borracheras, mimos y mentadas de madre, esta unidad habitacional me recuerda las muchas ganas que tengo de tener casa propia. Es, bien visto, un edificio motivacional. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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